Italia, que enloqueció de alegría con sus goles en el Mundial de España de 1982, hoy llora a Paolo Rossi, 64 años, héroe de ese campeonato que ganaron los azzurri. La noticia de su muerte, por enfermedad incurable, la ha dado su mujer en Instagram con dos simples palabras junto a un corazón: «Para siempre».
Toda Italia estalló de entusiasmo con los seis goles que le hizo en el Mundial y que lo convirtieron para siempre en «Pablito», un jugador amado por todo el país, una leyenda del fútbol italiano. Histórico fue su triplete al Brasil de Zico en el estadio de Sarriá de Barcelona, seguido del doblete a la Polonia de Boniek en semifinal en el Nou Camp, y su primer gol en la final en Madrid contra la Alemania de Rummenigge, adjudicándose el Balón de Oro.
Inolvidables son las imágenes del presidente italiano Sandro Pertini que se mostró exultante de alegría en el palco del Bernabéu y se burló con amabilidad e ironía de su homólogo Helmut Schmidt durante toda la final, bajo la mirada sonriente del rey Juan Carlos, amigo de Pertini. Fue una victoria que hizo soñar a los italianos. Se vieron en el techo del mundo. El país se echó a la calle y fue una fiesta de banderas tricolores con el país enloquecido con su Nazionale. Cambió hasta el humor de la gente, porque se tuvo la sensación de que empezaba una nueva época y se podía cerrar con el negro periodo del terrorismo. Desde entonces, a Paolo Rossi, todos lo llamaron cariñosamente Pablito, porque parecía un «ragazzino», con un nombre y apellido como tantos, el más común de Italia, y un físico como tantos, solo aparentemente frágil, pero rapidísimo y con un olfato especial para el gol.
En su carrera, además del campeonato del mundo, ganó dos títulos de liga, una Copa de Europa, una Recopa y una Supercopa de la UEFA con la Juventus. Jugó también con el Milan. En el año 2004 fue incluido en el Fifa 100, una lista de los 125 mejores jugadores vivos, seleccionados por Pelé y por la propia FIFA con motivo del centenario de la federación internacional.
Paolo Rossi estuvo casi a punto de retirarse en el 1980, al ser suspendido por estar implicado, aunque solo marginalmente, en un escándalo de apuestas de fútbol. Él negó su participación.
El seleccionador Bearzot siempre creyó en él y lo llevó a España, recibiendo numerosas críticas porque se consideró que Rossi no estaba en forma. Bearzot hizo oídos sordos y frente a todos los críticos lo mantuvo incluso después de los tres primeros partidos del Mundial, que fueron decepcionantes y casi mandaron a Italia a casa. Después, llegó la apoteosis con los tres goles a Brasil en Sarriá. Tres días después, el 8 de julio 1982, Italia ganó 2-0 a Polonia y en el gran tablero electrónico del Nou Camp se escribió: «El hombre del partido es Paolo Rossi». El seleccionador Bearzot casi en lágrimas corrió al césped para abrazarlo. En su biografía ha escrito que le gustaría ser recordado con una sola imagen: «Con la camiseta nacional azzurra, brazos abiertos al cielo: Paolo Rossi, el hombre del partido».
Acabada su carrera deportiva, Paolo Rossi, que deja mujer y tres hijos, se convirtió en comentarista deportivo en Mediaset y en la RAI. Siempre educado, sin una palabra de más. No es tiempo para héroes, pero para los italianos lo seguirá siendo y lo recordarán siempre como un joven con un nombre común inolvidable: Pablito.
El fútbol, le recuerda
La muerte de Rossi provocó la lógica reacción de sus compañeros de selección, pero también del resto de jugadores y clubes del mundo. Entre ellos, el Real Madrid, en cuyo estadio se coronó el italiano máximo goleador del Mundial 82. «El Real Madrid, su presidente y su Junta Directiva lamentan profundamente el fallecimiento de la leyenda del fútbol mundial Paolo Rossi».
Italia en pleno llora a esta hora a su delantero más querido, el que les dio el título Mundial en 1982 tras ganar a Alemania en la final disputada en el Santiago Bernabéu. Sus compañeros en aquella cita reconocen que el agujero que deja es muy grande y que siempre le recordarán.
Redacción Ver.bo
Fuente: ABC
